Lo que para muchos pueden ser fierros viejos, como dice mi mujer, son la fuente de un sueño, a veces atesorado por años, visto en una película o por traer un recuerdo vívido a la memoria. Las razones pueden ser muchas y variadas, sin embargo esto puede explicarse comprandolo con el amor por una mujer, una vez que te atrapa su diseño, es dificil quitarlo de la mente, ah!! y por supuesto sólo puede ser sustituido por otro amor o mujer, en este caso otro auto; sin embargo, núnca uno será igual que otro y a veces duele compararlos, pues nunca serán iguales iguales.
Se vale enamorarse varias veces.
Basta recorrer cualquier exposición de autos en un museo o en cualquier lote de venta, para que de la compración de todos nos agrade uno de ellos. En el caso de los fierros viejos, es un poco más complicado, nace de un deseo por poseer alguno es específico, si lo traes metido en la cabeza, es dificil cambiar la idea, pero cuidado puede resultar muy caro y desgastante.
Debes planificar la idea, por lo menos meditarla, de no ser así al invertirle dinero sentirás a la larga que lo mal gastas pues en un largo tiempo ni siquiera podrás subirte al auto y mucho menos conducirlo. Por eso es necesario informarse y hacerlo bien, es como un plan de negocios, investigas el mercado para comprar el auto usado, tirado, abandonado o regaladado para muchos suertudos en esto.
Pregúntate ¿qué es lo que quiero?, tal vez sólo te llame pintarlo, tunearlo, o tal vez seas de las raras personas que se interesan por saber algo más de un auto, algo así como su historia. De ser así, entonces querrás una renovación original total de tu auto.
Ese montón de fierros viejos se puede convertir en un imán de miradas, además de dejarte satisfecho por poseer algo que dificilmente otro puede alcanzar, sin que eso signifique que cueste mucho o más que un auto nuevo.
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